Mi pasión por la escultura nació en la adolescencia, sin más motivo que el éxtasis que me producía visitar un museo o mirar una enciclopedia. Al principio, comenzaron a llamarme la atención las figuras mitológicas: seres compuestos por mitades, incompletos, heroicos o semidioses -inmortalizados en piedra-, consumían mis momentos de ocio.
Las primeras obras que recuerdo haber visto -y quedar maravillado-, fueron Hércules peleando con el centauro de Giambologna, y El pensador, de Auguste Rodin. Queriendo emular su arte muchos años después -y sin haberlo conseguido-, realicé varias esculturas con dos técnicas diferentes:
El centauro y Los primeros frios, fueron hechos con arcilla roja, mediante un porceso de amasado en seco. Fueron ambas construidas gracias a un esqueleto de papel para hornear, y cocidas al sol, para evitar el quebrado de las piezas al horno, dado su tamaño; luego, La espera y El sátiro, fueron realizados con masilla epoxi de dos componentes -de muy alto fraguado-, logrando figuras técnicamente superiores, pero con mucho menos tiempo de autonomía de trabajo.
Aquí van:
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El centauro |
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Los primeros frios |
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La espera |
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El sátiro |
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La familia |
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